Hoy que tanto hablan del Bicentenario y el Centenario, me pregunto, en qué ha cambiado la vida de 3.5 millones de mujeres en este pías, si ellas aún utilizan leña para cocinar y calentar sus hogares, cargan por kilómetros cubetas de agua para poder sobrevivir, tienen entre 7 y 10 hijxs en las más precarias
condiciones y son el rostro de la pobreza en México.
Mi respuesta es: en nada. Doscientos años después difícilmente las mujeres hemos roto las cadenas para alcanzar nuestra libertad. Hoy la “clase política” se desgarra las vestiduras por la reforma política o por las alianzas electorales, y ¿quién habla por las mujeres de este país?, casi nadie.
Ese es el motivo de que un gran número de mujeres y hombres, hemos decidido iniciar un movimiento insurgente, para acabar con la desigualdad y la injusticia.
Hagamos una nueva independencia de México promoviendo ya la reorganización del Estado, la seguridad social, la relación entre las parejas y las familias, para que podamos contribuir a enriquecer esta Nación en condiciones de igualdad.
Una nueva independencia que reconozca que las mujeres tenemos derecho a vivir sin violencia, a tomar nuestras propias decisiones y a no ser nunca más rehenes de quienes trafcan con nuestros cuerpos y con nuestras vidas.
Una nueva independencia signifca liberarnos de ataduras y prejuicios, generar las condiciones para que mujeres y hombres compartamos por igual el sostenimiento de nuestras familias, y el cuidado y la atención de nuestras hijas e hijos.
Una nueva independencia en la que no se nos diga a las mujeres como ser o que hacer.
Una nueva independencia sólo será posible si en México se combate seriamente el hambre, la pobreza y las desigualdades que laceran a todos, pero más a las mujeres.
Todo mundo habla de que es hora de un cambio, años van, años vienen; gobiernos entran, salen y los cambios no se ven.
Es hora de movimientos ciudadanos que exijan, que se inconformen, que participen.
Cada 100 años el país sufre cambios, es hora de iniciarlo en este período.
Hagámoslo por las de arriba, por las de abajo, por las que ríen, por las que lloran, por las que sufren, por las que perdieron a sus hijos, por las abandonadas, por las que trabajan, por las que piden limosna, por las que tienen enfermedades, por las que luchan, por las que aman, por las que estudian, por las casadas, por las solteras, por las privadas de su libertad, aprovechando, por la libertad de Teresa y Alberta, por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, por ti, por mi, por todas.
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