Natalia Gómez Quintero
El Universal
Jueves 22 de abril de 2010
natalia.gomez@eluniversal.com.mx
Amalia, que el martes cumplió 11 años, es parte de las estadísticas que señalan que 17% del total de nacimientos en México se presentan en adolescentes.
Carlos Welti, demógrafo de la UNAM, refiere que, según las cifras recientes del INEGI, en 2008 se registraron 11 mil 530 nacimientos en niñas de 14 años o menos. “Es un cálculo conservador”, dice, pues no todos son registrados.
El shock de la noticia
El cuadro no es alentador. El pasado 17 de marzo Zeida se enteró del embarazo de su hija, unos días después denunció el abuso ante el Ministerio Público. “Me sentí enojada y decepcionada de mí, pero también del padrastro de mis hijos, porque Amalia lo señaló como el violador. Tuve mucha rabia pero he asistido a terapia, estoy más tranquila”.
Hoy a las 17 semanas de gestación, Zeida la próxima joven abuela ya se siente emocionada. Por un ultrasonido sabe que Amalia tendrá una niña, a la que han decidido llamar Alejandra.
“La espero como si fuera mi hija; además, la cuidaré. Ya está bien formadita. No dejó ver su sexo a la primera; metía su manita rapidito para taparse, pero cuando Amalia vio que esperaba una niña, se alegró bastante”, dice Zeida.
Los riesgos físicos
De acuerdo con la ginecóloga adscrita al Hospital General de México, María Eugenia González Morales, un embarazo en menores de 18 años implica riesgos debido que l a mujer no ha alcanzado el desarrollo óseo, ni la masa mineral máxima, y hay una relativa inmadurez del canal del parto.
Entre las complicaciones más frecuentes están la anemia, las infecciones bacterianas graves, el parto prematuro, el parto obstruido y prolongado, la desproporción céfalo-pélvica, la muerte fetal y la formación de fístulas recto-vaginales o cisto-vaginales.
“La mortalidad relacionada con el embarazo y el parto es de dos a cinco veces más alta en mujeres menores de 18 años de edad que entre las de 20 a 29”. Además, en etapas muy tempranas de embarazo o muy tardías puede haber desarrollo de síndromes como el Down.
A Zeida le dijeron que Amalia necesitaba comer muchas frutas, verduras y pescados, pues padecía un cuadro de anemia. Hace unos días los médicos le dieron el último reporte: su hija va muy bien y la nieta nacerá por cesárea.
No al aborto como salida
A pesar de esos riesgos, en la mente de Zeida nunca pasó el abortar como solución a lo que vive su hija. Ellas son originarias de la localidad de Rovirosa, municipio de Othón P. Blanco, en Quintana Roo, donde la cancelación del embarazo está permitido por violación hasta las 12 semanas de gestación. Sin embargo, cuando se supo que Amalia estaba embarazada, ya tenía 14. Pero aunque hubiera llegado a tiempo para abortar, Zeida, como la tutora, se hubiera negado.
“Me dijeron que por la edad era un embarazo de alto riesgo, pero por mi mente nunca pasó deshacerme del bebé. Me dije, si ya esta embarazada hay que seguir adelante. No me gusta que las personas aborten porque en el vientre hay seres humanos que tienen derecho a vivir. Ya siento en mis brazos a la niña”.
A Zeida la buscaron los grupos feministas proaborto y los que están “a favor de la la vida”. Ambos, han expuesto públicamente su posición en el caso.
El Centro de Estudios y Formación Integral para la Mujer (CEFIM) aseguró que, de acuerdo con las consideraciones del director del Hospital Materno Infantil de Chetumal, Guilbert Canto Massa, no es médicamente recomendable cancelar el embarazo porque se pone en riesgo la vida de la menor.
“Incluso ni en el DF, donde es legal el aborto hasta la semana 12, sería posible cancelar el embarazo, pues una vez que pasa este lapso los riesgos de un aborto para una etapa muy avanzada son grandes” dijo el especialista consultado.
“Casi habíamos convencido a la mamá de llevarla al Instituto Nacional de Perinatología para suspender el embarazo“, dijo por su parte Gabriela Rojo Castillo, presidenta de la Fundación Pro Mujer Quintana Roo AC.
El abuso sexual
Pero además del desequilibrio fisiológico y psicológico que implica ser madre-niña, Amalia de 11 años, enfrentará las complicaciones emocionales del abuso, las que se agravan con la presunción de que su padrastro abusó de ella.
Según cifras del Unicef y de Salud estatal, en Quintana Roo prácticamente se triplican los casos de abuso sexual, junto a otras entidades. En 2009, 881 menores resultaron embarazadas por violación, y este año por ese motivo ya suman 458 los embarazos de adolescentes.
—¿Qué siente al saber que su pareja fue quien abusó de su hija?
—Es que no sabemos muy bien si es él o no; estamos esperando pruebas.
—¿Usted no le cree a su hija?
—Esta por dudarse. Tengo muchas dudas, pero no sé. Acabo de visitar en la cárcel a mi esposo y él dice que no le hizo nada a la niña, que no es culpable y que está dispuesto a hacerse una prueba de ADN para probar que es inocente.
No obstante, Zeida dice que quiere justicia para su hija y que pague la persona que responsable “sea quien sea”.
Según la Asociación para el Desarrollo Integral de Personas Violadas (Adivac), la violencia sexual de menores se da en 6 de cada 10 niños, de los que 80% son atacados por conocidos o familiares.
Verenice Ortega, terapeuta de niños abusados sexualmente, asegura que para que Amalia lleve con buena salud mental su embarazo y maternidad, es necesario que se mantenga en terapia casi hasta los 15 años, pues además de que apenas está en el reconocimiento de su cuerpo y se le cortará su etapa de infancia y adolescencia, los niños violados siempre enfrentan un estigma social.
Cada que Zeida piensa en el abuso le da coraje. Intenta explicarse el momento en que la descuidó. No se siente tranquila y, además, el padre biológico de Amalia le echa la culpa por “irresponsable”.
El ciclo de la pobreza
Carlos Welti asegura que los embarazos en adolescentes se presentan en zonas marginadas, donde se reproducen las historias generacionales. Zeida tiene tres hijos: Amalia es la mayor y la tuvo a los 17 años. De acuerdo con la ONU, los embarazos en menores de 20 años perpetúan la pobreza, la falta de acceso a la salud y a la educación.
Pese a que Zeida está desempleada, cree que el futuro de su hija no está truncado. “Iba muy bien en la escuela, pero tuvo que dejar el quinto año. Cuidaré de ella y podrá seguir estudiando. No me preocupa el futuro, porque donde comen tres comen cuatro”.
Amalia vive en las instalaciones del DIF de Quintana Roo acompañada de una psicóloga. En ese lugar celebró su cumpleaños. Ahora no hubo muñecas para jugar. “Yo la miro y parece que sabe y entiende todo, pero tal vez lo toma como niña que es, como un juego”, dice la madre, quien reza para que el embarazo llegue a buen término.
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