Aprueban diputados “Ley antiaborto” a puerta cerrada; feministas toman la tribuna y son agredidas.
La sala de plenos del Congreso del Estado se convirtió ayer en un verdadero campo de batalla. Empujones, jaloneos y gritos anunciaban el primer round entre diputados de las diversas bancadas, mujeres y hombres integrantes de organizaciones civiles y elementos de seguridad del recinto Legislativo.
Después de más de cuatro horas de que defensoras y defensores de derechos humanos exigieran a los legisladores del Partido Revolucionario Institucional (PRI), suprimir de la orden del día de la sesión extraordinaria de la LX Legislatura el dictamen para la reforma del artículo 12 de la Constitución Política del Estado, porque avalaría violaciones a los derechos de las mujeres, la “bomba” estalló.
Al filo de las 17:30 horas, las pancartas y las consignas se hacían más visibles mientras la diputada perredista, Francisca Pineda Vera, concluía con la lectura de la iniciativa de Ley de Participación Ciudadana del Estado Libre y Soberano.
Como alud, llegaron a Tribuna
De pronto, un mar de hombres y mujeres, “hartos” de gritar sin que nadie los escuchara, se abalanzó contra la puerta que divide la zona de legisladores y el público, para llegar a la tribuna, mientras otros cuantos continuaban lanzando consignas: “No más violencia contra las mujeres”, “Respeta mi cuerpo…”, “No más rosarios, en mis ovarios”, en alusión a que es una iniciativa de derecha avalada por la Iglesia Católica.
Antes, las organizaciones de la sociedad civil también habían denostado a la diputada Perla Woorlich, presidenta de la Comisión de Equidad y Género, porque durante todo el tiempo permaneció impávida ante los reclamos de las mujeres. “Perla diputada, por nosotras llegaste y ahora nos traicionas”.
En tanto, elementos de seguridad del recinto legislativo y de los diputados locales, trataba de impedir, formados en una valla, que los manifestantes llegaran a la máxima tribuna del estado; sin embargo, su intento falló debido a que más de cuatro mujeres se apoderaron de esta zona.
Desde lo alto de la Cámara, la dirigente de la organización del Consorcio para el Diálogo Parlamentario, Ana María Hernández, al igual que la subsecretaria de Derechos Humanos, Rosario Villalobos Rueda, exigían el cese a la violencia en contra de las mujeres.
Abajo, un molesto Flavio Sosa, ex dirigente de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), lanzaba una serie de recordatorios a las progenitoras de los diputados priistas, a la que Antonio Amaro Cancino y Rogelio Sánchez Cruz respondieron casi al unísono: “Te voy a partir la madre”.
Catorrazos
Mientras, elementos de seguridad del Congreso, al igual que diputados y manifestantes protagonizaban un primer round, donde Jorge Chávez, de la organización civil, de La Comuna, era arrastrado, pateado y jalado de los cabellos.
En tanto, diputados de las diferentes bancadas hacían lo propio. La diputada perredista de representación proporcional, Guadalupe Rodríguez Ortiz, abandonaba la curul para evitar separar a los grupos en pugna. Por su parte, legisladores del priistas trataban de rescatar a Jorge Chávez de las patadas y golpes de la cara que le insertaban más de tres guardias de seguridad.
Desde sus lugares, algunos ciudadanos se convertían en testigos inactivos de este acto de violencia pero sostenían: “Valientes diputados que tenemos, qué poca m… tienen”.
Minutos después parecía que las cosas se calmaban, pero no fue así, ya que uno de los elementos de seguridad, identificado como el guardaespaldas del presidente del Congreso del estado, Herminio Cuevas Chávez, arrebató de forma violenta la pancarta a una de las manifestantes.
Esto prendió nuevamente la mecha y botes de agua, pancartas, gritos de desesperación e incluso mentadas de madre salieron a relucir nuevamente.
La segunda víctima de las agresiones de los guardias de seguridad, fue Jonathan Hernández del Monte, integrante de la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos (Limeddh). Recibió más de cuatro golpes en la cara y cabeza que le generaron una abertura a la altura del oído izquierdo.
En tanto, una enojada e indignada Jéssica Sánchez Maya gritaba a los legisladores de las diversas bancadas mientras forcejeaba con los vigilantes del recinto, quienes de un solo golpe a la activista a la “lona”.
Sin pensarlo dos veces, Rosario Villalobos Rueda se fue en contra de los vigilantes, utilizando pancartas y manos para jalarles el cabello.
Después de ese segundo round, las cosas parecían nuevamente regresar a la calma y siguió la sesión extraordinaria.
“Las reformas al artículo 12 de la Constitución Política del Estado, que garantiza la vida desde su concepción, violenta los derechos de las mujeres. Hay más de 47 feminicidios y nadie se preocupa por ellos”, gritaban las activistas, quienes eran apoyadas por más de 50 ciudadanos.
Salvados por la campana
Cuando parecía que iniciaba un tercer round, la campana del salón de plenos llamaba a un receso; esto frenó manotazos y golpes, pero no los gritos y reclamos de defensores y defensoras de derechos humanos, que reprochaban a los diputados su incapacidad para legislar.
“Nosotros les hicimos llegar una serie de oficios en donde se exigía suprimir el punto de las reformas al artículo 12, pero no nos hicieron caso”, gritaba Jéssica Sánchez Maya.
En tanto, los diputados priistas y panistas abandonaban el salón de sesiones para hacer llamadas y relatar lo sucedido a sus amigos más cercanos y compañeros que no asistieron a la sesión..
Después de que los legisladores decidieron sesionar de manera “discrecional”, a puerta cerrada, en el antiguo salón de plenos, haciendo válido el artículo 78 del Reglamento Interno del Congreso del Estado, y con más de 60 elementos de seguridad vestidos de civil, resguardando las puertas, los manifestantes decidieron abandonar el recinto.
Afuera del edificio legislativo, más de un centenar de los diversos cuerpos policiacos, entre hombres y mujeres, realizaba rondines en espera de alguna orden.
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